Por qué cae el deseo sexual: agotamiento y algoritmos
- Gabriela Borraccetti
- 8 ago
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Manual de procesos incómodos, parte II: La caída del deseo sexual no es solo un tema hormonal. La baja debe buscarse en un cambio cultural en uno de los dos sexos.
Introducción: una paradoja del siglo XXI
Nunca hubo tanto acceso al sexo, y sin embargo, nunca se deseó menos. Las estadísticas lo confirman: la frecuencia sexual disminuye sostenidamente en todo el mundo, incluso entre jóvenes. La caída del deseo sexual no responde a un problema hormonal, sino a un vínculo que se enfría. La pregunta ya no es por qué hay menos sexo, sino por qué hay menos deseo por el otro. Y la respuesta, en parte, está en los nuevos hábitos, las nuevas tecnologías y los viejos mandatos.

1. Las mujeres no están falladas: están hartas
Durante décadas, el deseo sexual femenino fue interpretado bajo lógicas masculinas. Si no deseaban tanto, era “falta de líbido”. Si no accedían, era “frigidez”. Hoy muchas mujeres simplemente se retiran: no quieren sostener vínculos donde son objeto y sostén a la vez.
Según una encuesta de la Universidad de Indiana (2022), más del 50% de las mujeres que reportan baja frecuencia sexual no lo asocian con pérdida de deseo, sino con falta de motivación por un vínculo desigual.
2. Porno e impotencia selectiva: cuando el algoritmo excita más que un cuerpo
El consumo de pornografía no deja de crecer. Lo que empezó como tabú se volvió rutina. Pero los efectos no son neutros: el porno no es solo entretenimiento, sino entrenamiento neuronal.
Dopamina y desensibilización
Un estudio de Nature Human Behaviour (2023) advierte que el consumo excesivo de pornografía hiperestimula el sistema de recompensa, generando tolerancia a los estímulos reales.
El cerebro, habituado a una secuencia de imágenes cambiantes y cuerpos irreales, comienza a considerar “insuficiente” la experiencia con una persona real.
Esto se traduce en un fenómeno creciente: impotencia inducida por porno. Según el Journal of Sexual Medicine (2022), el 28% de varones entre 18 y 30 años presenta dificultades para excitarse sin una pantalla.
3. Robots sexuales: la fantasía del control sin conflicto
Mientras la conexión humana se vuelve más compleja, la tecnología ofrece sustitutos que garantizan gratitud sin reclamos.
¿Qué buscan quienes los compran?
Los robots sexuales no solo ofrecen sexo; ofrecen sumisión. Según un informe de RealDoll (2024), el 80% de los compradores masculinos admite que lo que más valoran es “la ausencia de reproches y la disposición constante”.
Es decir: no buscan compañía, sino obediencia. No desean reciprocidad, sino eficiencia emocional.
Es el viejo modelo de la esposa de los años 50, reprogramado en silicona: callada, disponible, sin demandas. El sueño húmedo del patriarcado en versión 5G.
4. La soledad elegida: mujeres que prefieren el silencio a la sobrecarga
Frente a este escenario, muchas mujeres optan por otra salida: la autonomía afectiva. No es que no quieran amor, pero no a cualquier precio.
El Pew Research Center (2023) mostró que el 65% de las mujeres jóvenes en países desarrollados prioriza su bienestar emocional por sobre la vida en pareja. El motivo más citado: la carga mental.
“Preferimos estar solas que ser sirvientas con derecho a roce”, sintetiza un informe de tendencias elaborado por Elle UK (2024).
5. La caída del deseo sexual no es falta de sexo: es falta reciprocidad
La caída del deseo no es casual ni lineal. Es el reflejo de un mundo donde el cuerpo real compite con la fantasía digital, y donde las mujeres dejan de sostener vínculos unilaterales.
No es falta de ganas: es cansancio afectivo
El deseo erótico se apaga cuando se exige sin dar lugar al deseo del otro. Lo que muchas parejas viven como “desgano” es, en verdad, hartazgo: de no ser vistas, de cargar con todo, de fingir placer para evitar peleas.
Conclusión: el deseo necesita un nuevo paradigma
No vamos a recuperar el erotismo repitiendo fórmulas gastadas. El sexo no se reactiva con lencería, sino con complicidad. Lo que el deseo pide no es performance, sino presencia.
Mientras algunos fabrican muñecas agradecidas, muchas mujeres reales se van. Y no por falta de deseo, sino por saber que la desigualdad está viv y con ella, se abandona el proyecto del hogar con hijos.
🔎 Para profundizar (hoja de ruta):
1. Neurociencia del poder:Estudios con fMRI (resonancia magnética funcional) muestran que el dominio activa más dopamina que el sexo igualitario en ciertos perfiles masculinos. Investigaciones en curso (UCLA NeuroLab, 2024).
2. Economía del deseo:La industria del sexo digital y robótico factura más de 15.000 millones de dólares anuales. La mitad de ese ingreso se basa en reemplazar vínculos reales por versiones “eficientes” (Harvard Gender Tech, 2024).
3. Resistencia femenina:Diversos estudios cualitativos revelan que muchas mujeres recuperan su deseo sexual tras salir de relaciones con carga desigual (Revista Sexualities, 2022; Journal of Feminist Therapy, 2021).
Coincido con el punto 4: elijo la soledad a la sobrecarga.
¡Gracias por este artículo sumamente esclarecedor!