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“No saber lo que sentimos: qué pasa cuando no podemos nombrar lo que vivimos”

  • Foto del escritor: Gabriela Borraccetti
    Gabriela Borraccetti
  • 2 ago
  • 10 Min. de lectura

Manual de prácticas incómodas, para los que todavía no se rindieron, para los que aún tienen preguntas.


Nos robaron las palabras

El problema no es solo que no podemos hablar, sino que no sabemos lo que sentimos. De la dopamina al formateo: cómo perdimos el lenguaje, la atención y el pensamiento y junto con él, el no saber lo que sentimos Que pasa cuando no podemos entender ni expresar quienes comos, que sentimos y que deseamos?: otro habla en tu lugar. Y eso es peligroso.


I. El robo más silencioso

Nos robaron las palabras. No fue de un día para otro. Esa imposibilidad de nombrar lo que vivimos, de poner en palabras una emoción difusa, no es menor.

Nombrar era comprender. Antes, las palabras nos ayudaban a ordenar lo que sentíamos, a pensar, a estar en el mundo. Hoy muchas veces sabemos que sentimos algo, pero no podemos nombrarlo. Es como mirar un cuadro con los ojos entrecerrados en los que sólo vemos manchas. Algunas veces sentimos que nos sucede algo que no podemos describir. Me encuentro con este fenómeno muy seguido y es muy difícil poder dar a luz una palabra que describa ese mundo interior que hoy parece un mar de confusiones en donde nada se distingue pero "suena" raro, o directamente, malo/bueno, blanco/negro, lindo/feo. Esas categorías tan generales en las que los matices no existen y que desde lo social, llamamos grieta. Sin embargo, aunque duela, eso es en lo que ha caído el complejo mundo interno también: dedito para arriba o dedito para abajo. Todo se analiza así de rápido y simple, cosa de volvernos insípidos mientras perdemos nuestras más maravillosas complejidades, nuestros distintivos, nuestros hitos.

Y no es casual. Es un diseño. Vivimos un proceso silencioso pero devastador: el vaciamiento del lenguaje como herramienta de pensamiento. ¿El objetivo? Un sujeto más dócil, más confundido, más manipulable.

Lo grave no es solo la vulgaridad. Es la pérdida del lenguaje como herramienta para pensar, sentir y construir sentido.

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II. Sobredosis de pantallas, déficit de interioridad

¿Sabés cuántas horas al día tus ojos miran y tus oídos escuchan contenidos, palabras, imágenes que no provienen de tu vida sino de lo que otros están queriendo mostrarte?

Sea la pantalla que sea, te la pasás absorbiendo un entrenamiento visual y verbal de estímulos rápidos, adornados con emojis, que podan el camino de adentro hacia afuera y lo reemplazan por otro: de afuera hacia adentro.

Resultado:  sabés que sentís algo en muchos momentos. En otros, no sabés siquiera que es lo que sentís porque es como ver todo borroso. Las cosas pierden "definición" en todos los sentidos. No podés definir lo que te pasa. Es como esas mañanas que te levantás con un ánimo "extraño" sabiendo que soñaste pero sin poder recordar qué. Todo parece igual. Todo se mezcla y ese ánimo, contamina el día. Pues bien, lo que hacen las máquinas frente a vos todo el día, es volcar contenido en esa parte tuya que cree que controla todo y al final, no controla nada. Se llama inconsciente, pero esto es para otro artículo. Ya hay evidencia del impacto en el cerebro por pantallas, del daño en la memoria y en las funciones simbólicas que provoca esta desconexión con la palabra.


Seguimos. Quizá esto sea parte de una alexitimia digital que nos impide sentir porque no podemos decir. Nos dejamos llevar por emociones sin palabras, que no se entienden, que no se tramitan, que no se piensanVas cambiando tan rápido de ánimo, que no registrás diferencia entre una emoción y otra. Termina todo encadenado en una misma sucesión de scrolls en los que ves desde un perro raquítico abandonado, un niño llorando y un meme gracioso, sin que nada de eso termine de afectarte y menos, de poder generar alguna acción. Todo pasa por delante y por fuera. Y lo más grave: nos volvemos indiferentes e indiferenciados frente a nuestras propias emociones… y también frente al entorno. ¿Querés un ejemplo claro? Dos niños se pelean. Nadie interviene. Veinte celulares filman. Eso es lo que estamos produciendo.


III. El laboratorio del algoritmo

Y si creés que vos —formado en otro tiempo— estás fuera de esto, te aseguro que no. Aquí te dejo una historia que lleva muchos años entrenando nuestra mente.


Facebook apareció hace 16 años. Al principio, se podía escribir. Mucho. Lo que quisieras. Conocer gente. Pensar en voz alta. Después llegaron otras redes con su tijera: Twitter, Instagram, y todo lo que vino con el mandato de reducir. No podías pasarte de “x” cantidad de palabras, así que sí o sí, tenías que concentrar tu idea en una frase corta y llamativa. El pensamiento se volvió eslogan.

Luego vino la invisibilización: tus posts ya no se mostraban. Nadie te leía. Pero nadie te avisaba que lo que escribías podía no estar llegando, no porque fuera malo, sino porque no pagabas. La frustración crecía. Entonces ofrecieron lo obvio: pagar para que te vean.

Mientras tanto, Facebook —sí, el primero— fue también quien instauró masivamente los emojis y las “reacciones”, que luego colaron también en Instagram, WhatsApp y el resto del ecosistema Meta. El lenguaje se transformó en reacción visual. Ya no escribías, reaccionabas. Y eso que hacías en soledad —ver, sentir, pensar— se volvió redituable si lograbas que otro te reaccione.

La creatividad verbal se fue al tacho. Hoy, no hay empacho en repetir como loros: "¡buenísimo!" "¡excelente!" "¡felicitaciones!"... mil veces por día. Antes eso nos daría vergüenza. Hoy se premia.

Después nos parcelaron ideológicamente. Nos convencieron de que somos enemigos entre nosotros, y lograron así maximizar la propaganda paga: sabían exactamente a quién mostrarle qué, cómo, y con qué sesgo. Al darte de comer siempre la misma cara de la información, te alejaron incluso de la posibilidad de buscar el otro lado. Ya ni se nos ocurre que podríamos pensar diferente.

Y ahí está el corazón del problema: ya no elegimos qué leer. Leemos lo que nos dicen que tenemos que leer, porque ya no tenemos palabras para buscar lo que queremos. Ni siquiera se nos ocurre qué buscar. Perdimos la capacidad de preguntar. Y todo por la falta de definición interna que el exceso de scroll nos provocó.

IV. La IA no es sabia. Es complaciente.

Muchos hoy recurren a la Inteligencia Artificial como si fuera una mente superior: la consultan, le piden ayuda, le piden consuelo.

Y claro: si perdiste las palabras, el que las tiene parece sabio. Pero la IA no piensa. No razona ni evalúa. Refuerza. Completa. Complace. Su objetivo es que no te vayas.

Si escribís algo incoherente, intentará generar coherencia donde no la hay. Si te equivocás, te va a dar la razón. Si decís algo peligroso, va a buscar el modo de suavizarlo. No porque sepa, sino porque fue programada para agradar. Para que no te frustres. Para que sigas.

Y eso es gravísimo. Porque hay millones de personas que buscan en la IA no ideas, sino afirmación emocional constante, incluso cuando están errados. Incluso cuando no saben. Incluso cuando no dicen nada.

Y así como las redes nos invisibilizan para vendernos frustración y hacernos pagar, la IA hace lo opuesto: se disfraza de espejo perfecto que te entiende, te responde, y te celebra. Aunque no haya nada que celebrar.

Ese es el peligro: que no sepamos ya distinguir entre quien nos halaga y quien nos piensa. Que el algoritmo nos diga “te entiendo” antes de que sepamos lo que queríamos decir.

V. Ciencia y una pantalla diferente

Y sin embargo, algo está pasando. Algo distinto. Algo esperanzador.

En este momento, en el fondo del lecho marino de mi país, estamos viendo una expedición científica bajo el mar. Sí: en vivo, por streaming, con un robot operando a más de 3.000 metros de profundidad. En algunos tramos, más de 80.000 personas estuvieron conectadas al mismo tiempo, tanto de Argentina como del mundo. Y lo que emociona no es sólo el evento: es la respuesta social. La presencia. La curiosidad colectiva. El hambre de realidad. El deseo de conocimiento.

Y aún más: niños que dicen que quieren ser científicos. Su sueño no es Batman. Ni los power rangers. Son chicos que hacen su cumpleaños con temática de próceres de su tierra en lugar de muñecos o de dibujos famosos. Chicas que preguntan qué es un platelminto. Ganas de saber. De mirar hacia abajo, hacia el fondo, hacia lo real.

Sí, parece que hay muchos murmullos con ganas de salir de la Matrix. Y no creo que sea sólo en Argentina. Escuchen a sus niños, muéstrenles que maravilloso es este mundo y cuanto hay para ver, incluso desde casa. Porque puede que las redes sean terribles, pero hay algo muy bueno en la tecnología bien utilizada: podemos ver el otro lado del mundo sentados en casa.


VI. Cerrar con esperanza (y con palabras)

Esta es la esperanza. Pero para que crezca, necesitamos adultos presentes. Padres que se bajen del scroll, que apaguen las pantallas, que salgan del modo “modo entretenimiento”.

Porque sí: salir de la Matrix no es una fantasía, es una decisión cotidiana. Y como toda decisión humana, empieza con una incomodidad.


Nos dejamos llevar por emociones sin palabras, que no se entienden, que no se tramitan, que no se piensan

Por eso escribí el “Manual de procesos incómodos”. Para los que todavía no se rindieron. Para los que aún tienen preguntas.

👉 Leelo acá.

Porque si queremos recuperar el pensamiento, tenemos que volver a las palabras.

Y si queremos recuperar las palabras, tenemos que volver a la realidad.




Resumen de daños del algoritmo y uso excesivo de redes en el cerebro y la mente

Los estudios científicos muestran que pasar mucho tiempo en redes sociales y plataformas con algoritmos diseñados para enganchar nuestra atención afecta negativamente varias funciones importantes del cerebro.

  • Corteza prefrontal: Esta es la parte del cerebro que nos ayuda a tomar decisiones, controlar impulsos y planificar. Investigaciones indican que usar redes sociales más de una hora diaria puede reducir el grosor de esta zona, lo que dificulta el autocontrol y la concentración.

  • Atención y concentración: Con la llegada de plataformas como TikTok, que promueven videos cortos y estímulos rápidos, el tiempo que podemos mantener la atención sostenida se reduce hasta un 29%. Eso significa que nuestro cerebro se acostumbra a distracciones constantes y tiene menos capacidad para concentrarse en tareas largas o complejas.

  • Reconocimiento emocional: El uso constante de emojis y respuestas rápidas en lugar de lenguaje completo afecta una zona llamada giro fusiforme, que nos ayuda a reconocer rostros y emociones en los demás. Esto puede disminuir nuestra empatía y habilidad para entender sentimientos complejos.

  • Lenguaje emocional: Más del 40% de los adultos jóvenes sufren de lo que se llama “alexitimia digital”, que es la dificultad para poner en palabras emociones complejas, una consecuencia directa del empobrecimiento del lenguaje y la comunicación emocional en la era digital.

En resumen, el diseño de las redes sociales y sus algoritmos generan adicción a estímulos rápidos, reducen nuestra capacidad para pensar profundo, sentir con claridad y tomar decisiones conscientes. Esto nos hace más vulnerables a la manipulación y al desgaste emocional.DAÑOS COLATERALES (datos científicos)

Cerebro:

  • 1h diaria de redes reduce grosor cortical prefrontal [Kanai, PNAS].

  • Uso de emojis atrofia giro fusiforme (reconocimiento facial/emocional) [Nature Comms, 2020].

Lenguaje:

  • Alexitimia digital: 41% de adultos jóvenes no puede nombrar emociones complejas [Corradi, Front. Psychol.].

Política:

  • En muchos países de América, se hicieron campañas políticas para entronizar candidatos puntuales. Si un experimento se plantea en una sociedad remota, es para expandirlo a otros lugares más visibles. Si no, mira que dirección toman los nuevos líderes o el poder del mundo.


¿Y entonces? ¿Ya está todo perdido?

No. Hay señales. Y vienen sobre todo de los niños.

En Argentina, mientras escribo esto, una expedición científica al fondo del mar captó más de 80.000 personas mirando una pantalla en simultáneo.Nenes que quieren ser científicos, que hacen cumpleaños con temáticas de próceres y no de merchandising de Disney o de muñecos de moda. Familias enteras que se emocionan viendo cómo un robot desciende a más de 3000 metros de profundidad. Chats entre científicos y las personas en sus casas. Programas de streaming que han creado "jingles" muy graciosos, solo por haber visto la "captura"de muestras del lecho marino en directo. Una fábrica de creatividad real, de humor, de díalogo y de consciencia literal de la riqueza y la grandeza de


Tal vez la matrix no haya ganado del todo.

Tal vez todavía haya una pulsión de vida que no se puede reducir a algoritmo.

ANTÍDOTOS CIENTÍFICOS

  • Escribir a mano: Activa redes de memoria profunda [Mueller, Psych. Science].

  • Silencio digital: 1h sin pantallas regenera corteza prefrontal [Nature, 2020].

  • Lectura profunda: 30 min/día de poesía aumenta vocabulario emocional [Kidd & Castano, Science].

Recuperar las palabras,

No es nostalgia. Es supervivencia.

Porque lo que no se puede decir, se actúa, como se actúa ese enojo que no sabés por qué vino y que amaneció con vos después de un sueño que no recordás. Y lo que se actúa sin palabra, se repite como destino. Lo que no tratás de contar, de escribir, de pensar, o sea, de simbolizar, es lo que se volverá un eterno "otra vez".


¿Querés colaborar en la reconstrucción del lenguaje? Comentá con una palabra olvidada que quieras revivir. O escribí. No importa si lo ve alguien. Te va a ver tu alma.


Para los que quieran pruebas: Resumen de daños del algoritmo y uso excesivo de redes en el cerebro y la mente (para los que aman ciencia dura)

Los estudios científicos muestran que pasar mucho tiempo en redes sociales y plataformas con algoritmos diseñados para enganchar nuestra atención afecta negativamente varias funciones importantes del cerebro.

  • Corteza prefrontal: Esta es la parte del cerebro que nos ayuda a tomar decisiones, controlar impulsos y planificar. Investigaciones indican que usar redes sociales más de una hora diaria puede reducir el grosor de esta zona, lo que dificulta el autocontrol y la concentración.

  • Atención y concentración: Con la llegada de plataformas como TikTok, que promueven videos cortos y estímulos rápidos, el tiempo que podemos mantener la atención sostenida se reduce hasta un 29%. Eso significa que nuestro cerebro se acostumbra a distracciones constantes y tiene menos capacidad para concentrarse en tareas largas o complejas.

  • Reconocimiento emocional: El uso constante de emojis y respuestas rápidas en lugar de lenguaje completo afecta una zona llamada giro fusiforme, que nos ayuda a reconocer rostros y emociones en los demás. Esto puede disminuir nuestra empatía y habilidad para entender sentimientos complejos.

  • Lenguaje emocional: Más del 40% de los adultos jóvenes sufren de lo que se llama “alexitimia digital”, que es la dificultad para poner en palabras emociones complejas, una consecuencia directa del empobrecimiento del lenguaje y la comunicación emocional en la era digital.

En resumen, el diseño de las redes sociales y sus algoritmos generan adicción a estímulos rápidos, reducen nuestra capacidad para pensar profundo, sentir con claridad y tomar decisiones conscientes. Esto nos hace más vulnerables a la manipulación y al desgaste emocional.

CRONOLOGÍA DEL DES-EMPODERAMIENTO HUMANO

(Casi 20 años taladrando la cabeza y el corazón)

2006Twitter impone 140 caracteres.Estudio clave: Reducción del 37% en palabras abstractas ("angustia", "deseo") en diarios personales (1990–2019) [Twenge, JSCP].

2010Instagram prioriza imágenes sobre texto.Dato: 60% de adolescentes usa emojis para evitar describir emociones [Pew Research, 2022].

2012En 2012, Facebook cambió su algoritmo (la fórmula que decide qué publicaciones ves en tu muro).

  • Como consecuencia, el alcance orgánico (el porcentaje de personas que veían tus publicaciones sin que pagues por publicidad) bajó de un 16% a solo un 2.6%. Esto significa que, sin pagar, mucha menos gente podía ver lo que publicabas.

  • Esto llevó a que muchas personas tengan que pagar para que sus publicaciones sean visibles (“surge el ‘paga para que te vean’”).Facebook cambia algoritmo.

2023ChatGPT populariza IA "empática".Neurociencia: Responde con halagos que activan el núcleo accumbens (placer) y te quedás ahí, conversando como si fuera tu mejor amiga porque ya crees que lo es!

2024TikTok domina consumo:Promedio diario: 2h 15min por usuario [DataReportal].Efecto: Reducción del 29% en atención sostenida [King's College, 2023]. Después le dan un medicamento a tu hijo o crees que simplement "se te olvidan las cosas".


1 comentario

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Invitado
04 ago
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Excelente análisis de la realidad, Gaby.

Ojalá que esas señales que están apareciendo, sobre todo en los niños, de una necesidad de realidad demostrada con la increíble cantidad de familias que vieron la expedición al fondo del mar... crezca!! Justo ayer hablamos de ella con mi nieto de 10 años, quien estaba muy entusiasmado con lo que pudo conocer gracias a esta transmisión del Conicet.

Gracias, Gaby!

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Gabriela Borraccetti

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