Estar triste no es una enfermedad. El valor de la tristeza

Manual de procesos incómodos - Estar triste es hoy una patología. Fué siempre así? Entristecerse en realidad, no es una enfermedad.

📜 Hubo épocas en que la tristeza tenía permiso de residencia en el cuerpo.Un añUna mujer que llora por un hombreo para llorar muertos. Seis meses para enterrar amores. Los duelos tenían un lugar en el tiempo, un altar en la carne. Hoy, ese tiempo sagrado lo marcan relojes de farmacia. A los 15 días de perder a alguien, un manual escrito a medias con cheques de laboratorio te dice: “Trastorno”.

En España, el consumo de antidepresivos creció un 200% desde el año 2000. ¿Somos doscientas veces más frágiles? ¿O hemos convertido el dolor en otro producto de usar y tirar?

En este Manual de Procesos Incómodos, intentamos devolverle dignidad a lo que hoy se trata como falla. Porque confundimos todo: llamamos enfermedad a la tristeza con causa, apatía a la quietud sabia. Reemplazamos el duelo por dopamina rápida: redes, compras, swipes. El resultado: estamos rotos de manera saludable. Nos diagnosticamos mal cuando estamos simplemente transitando heridas legítimas, y creemos estar curados cuando llevamos el hígado lleno de parches serotoninérgicos y el corazón vacío. Como un adicto funcional, pero con la receta médicamente doblada en la cartera.

¿Por qué hoy los duelos duran menos?

Llevo 35 años viendo almas. Antes, un divorcio dolía cinco años; hoy, a los seis meses ya hay Tinder Premium. No es que el dolor sea menor: es que lo hemos vuelto desechable.

Como los vínculos. En Occidente, el 60% de las relaciones mueren antes de los cuatro años (Estudio Universidad de Stanford, 2023). En China, se impone el matrimonio antes de los 30 por presión social. Somos como una naranja cortada en dos: un lado huye del compromiso; el otro lo impone por tradición. Pero ambos esquivan el núcleo: ninguno educa para habitar el dolor.

La tristeza era un maestro. Hoy es un estorbo.

Freud hablaba del “trabajo del duelo”. Jung, del descenso a las minas de la sombra. Hoy compramos alivios químicos que silencian la alarma del alma. ¿Para qué? Para seguir funcionando. Porque un doliente que llora no consume; uno anestesiado, sí.

Y el sistema lo sabe. Tras el cambio en el manual psiquiátrico en 2013 (el DSM-5 eliminó la llamada “exclusión por duelo”), las ventas de antidepresivos para personas en duelo aumentaron un 30% (JAMA, 2014).

¿Modifica una pastilla el alma?

Un bisturí puede cambiar una nariz, pero no cura el odio al reflejo.Los ISRS (como la sertralina o la fluoxetina) alteran tu química interna, pero no reparan la trama rota que los detonó. Es como ponerle pintura fresca a una pared con termitas: la carcoma sigue ahí.

Cristo sudaba sangre en el huerto. Buda nombraba el dolor sin huir. Nosotros, en Occidente, pagamos apps para gestionar la tristeza en 10 minutos. ¿No será que medicalizamos para no enfrentar que el problema no está en nuestras neuronas, sino en un mundo que vende felicidad como si fueran hamburguesas?

🧭 Pregunta incómoda para tiempos incómodos:

La próxima vez que sientas el impulso de tapar el dolor con químicos consuelo, preguntate:

¿Estoy enfermo… o entrenado para descartar lo que me hace humano?

Como diría un poeta que nadie cita:

“La tristeza es el lujo de los que aún creen en el amor.”

🔍 DATOS de REFERENCIA (duelos más cortos: ¿mito o realidad?)

Observaciones	Soporte científico/cultural
"Antes: duelo largo; hoy: químico"	- Estudio Cross-Cultural (WHO, 2018): Duelos en sociedades industrializadas duran 40% menos que en 1990.

• Causa clave: Cultura de la inmediatez + medicalización temprana. || Vínculos descartables | - Duración media relaciones Occidente: 3.8 años (Informe Bumble, 2023).

• China: 89% se casa antes de los 30 (Gobierno de Beijing, 2022). || "Dolor = estorbo capitalista" | - Libro clave: "Capitalismo y Depresión" (Fisher, 2022): "El sistema necesita cuerpos productivos, no almas en duelo". |